Reglas

1. Las entradas deben ingresarse terminadas, hasta las 12:00 de la noche del miércoles de cada semana.

2. A partir de la fecha de publicación, los miembros del blog deben comentar en cada entrada, con impresiones, consejos y correcciones (de ser necesarias) hasta el viernes de la semana de publicación.

3. El autor de la entrada debe hacer los ajustes que sean pertinentes antes del siguiente miércoles, fecha en la que debe publicar su nueva entrada.

lunes, 31 de octubre de 2011

Temporalia

El reloj ya había marcado la 1:15, iba retrasado cinco minutos. Sólo acertó a lanzar un insulto al aire y a correr como loco.

Iván nunca había entendido por qué demonios el tiempo parece ir al ritmo de lo que piensas o quizás de cómo te sientes. Recordaba la tarde anterior en aquel consultorio, el sonido de la fresa del dentista se mezclaba sin compás con el tic-tac del reloj, mientras parecía que aquella tonada satánica dilataba las fibras del tiempo en formas tan elongadas como insoportables.

Pero esta vez no.

Esta vez la dupla espacio/tiempo se comportaba de la manera más anómala, el espacio se alargaba, las calles nunca habían estado tan empinadas, los postes se alejaban como si huyeran unos de otros jugando a una lleva atemporal. En una tiranía de uniformidad cromática los semáforos sólo escupían verdes gargajos luminosos. Los coches iban todos lo suficientemente rápido y lo suficientemente cerca como para que resultara imposible entrar al cauce de la avenida haciéndoles alguna finta.

Y sucedió de nuevo.

Como si agitado estuviera y necesitara de un profundo respiro antes de continuar su camino, el tiempo se pausó. El homúnculo de puntitos rojos sostenidos que se veía a la distancia le miraba directo a los ojos, desafiante. Iván, aunque sólo prestaba atención a la cuenta regresiva que iba en un cabalístico y eterno trece, creyó ver una planta rodadora saltando impasible entre los autos como esférico ser de universos lejanísimos que solo da un paseo matutino entre nosotros. Qué más quisiera Iván si no palpar sus caderas y desenfundar hábilmente, qué más quisiera sino descargarle el tambor completo al hostil hombre rojo y verlo estallar en verdes sanguinolentos. Uno. Verde.

De nuevo la carrera, como si alguno de los Superiores hubiera espichado el botón de Fast Forward de todo esto. El retraso de cinco minutos era ya un retraso de diez. Diez minutos. ¿Sabrá la gente todo lo que puede suceder en diez minutos? Diez minutos son suficientes para crear una nueva vida, para estallar una supernova. Para perder una cita.

A la 1:10 de hace un año la había conocido. Un restaurante cercano a la ruta que siempre ambos tomaban para ir al trabajo. Rápidamente se habían hecho clientes del lugar, el mismo sitio, la misma hora, la misma compañía. Lentamente habían perdido el pudor, ya no importaba verse cada día de por medio, ni siquiera a veces atreverse a tomar un postre y que les vieran caminar hasta la esquina. Y qué importaba lo que los otros murmuraban mientras sonreían. La 1:10 era una hora perfecta, es el número del par elemental 1+1+0=2, eso eran. O eso les hubiera gustado, porque en realidad eran 4, cuatro es el número de la tierra, cuatro elementos, cuatro puntos cardinales. Ese número era el choque con su realidad, su polo a tierra.

Ese año pasó al son de un chasquido de dedos. Debemos dejar de vernos, le anunció un día. Iván asintió con la cabeza. No me digas adiós, agregó. Sin saber qué decir o qué responder, Iván se lanzó a darle un abrazo, tan fuerte que parecía que quería atravesarse a sí mismo con una de sus costillas. Si ya le habían arrancado una para hacerla, ¿por qué no quererla de vuelta? Tomémonos el último café en el lugar primordial, 1:10. Te espero.

1:22. El tiempo le ha jugado una mala pasada. Una mesa libre con una taza vacía marcada de su labial. Y he allí a Iván, sentado, sólo. Aspirando grandes cantidades de aire, intentando arrebatar para sí el mayor número de moléculas de ese perfume que tantas veces había tenido cerca. Alargando el tiempo como pueda antes de que desaparezca del todo. Buscando de qué agarrarse en las esquinas de la realidad para abstraerse del segundero que de seguir con esa velocidad terminaría incendiado. Aún la taza estaba tibia al tacto.

La tomo con ambas manos y se quedo un ratito así.

Un ratito que tardó el tiempo justo que pasa entre que un hombre entra llorando a un café y el dueño debe tocarle el hombro y explicarle que es hora de irse porque va a cerrar.

Es decir, ocho horas con treinta y ocho minutos.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Fuegos fatuos

Mientras John caía al suelo, con las manos aferradas a su pecho y los gritos del metal retumbando en sus oídos, no podía imaginarse que los próximos segundos serían los más importantes de su vida.


-la vida se te escapa entre los dedos pequeño John, ¿qué vas a hacer ahora?


Al principio John no entendía lo que sucedía. El mundo parecía haberse detenido por completo y el ruido cacofónico ahora era solo un ciclo continuo de vibraciones graves que sentía en la boca del estómago.


La velocidad límite a la que viajaba, permitía que las líneas fluctuaran y los ángulos desaparecieran bajo los pliegues de la realidad como la conocemos, John existía en un espacio definido por su cuerpo y en muchos otros cuerpos en muchas otras dimensiones al mismo tiempo.


Mientras John caía al suelo, con las manos aferradas a su abdomen y el estruendo de los gritos aún retumbando en sus oídos, no podía imaginarse que los próximos segundos serían los más importantes de su vida.


-la vida se te escapa entre los dedos pequeño John, ¿qué vas a hacer ahora?


A pesar de tener los ojos dilatados y el sabor a sangre subiéndole por la garganta desde el estómago, John no podía apartar la mirada Patty, su expresión vacía y cara dulce no reflejaban remordimiento ni pesar.

Siempre había sido una gran actriz, y hasta él debía admitir que aun ahora, con las tripas brotando como lombrices de los cortes en su abdomen, le resultaba difícil creer que hubiera sido ella quien lo había finalmente traicionado.

Sus músculos se convertían en piedra poco a poco y su cabeza, cada vez más pesada lo llevaba hacía atrás alejándolo de esos ojos dulces, llenos de promesas y mentiras, John suspiró una vez más, busco con la mano el interruptor que tenía en el bolsillo y acarició suavemente el botón de activación mientras a 3 km los contenedores de gas esperaban pacientemente en el sótano de la escuela primaria, este aún podría ser su golpe maestro…


Mientras John caía al suelo, con las manos extendidas hacia el frente y el estruendo de los disparos aún retumbando en sus oídos, no podía imaginarse que los próximos segundos serían los más importantes de su vida.

-la vida se te escapa entre los dedos pequeño John, ¿qué vas a hacer ahora?


Margie yacía muerta a un costado, con la cabeza completamente pulverizada por la ráfaga de la metralleta que John sostenía, aún humeante, en las manos. Las balas de punta hueca habían cumplido su labor y a pesar de que el cuerpo antes hermoso de Magie seguía retorciéndose, John sabía que esta vez no se levantaría.

La herida no paraba de sangrar y a pesar de las maldiciones y blasfemias que la rabia deja salir tan fácilmente, John sabía no le quedaba mucho tiempo.

Apunto la metralleta a su cabeza apoyándola en el suelo, movió el interruptor a fuego automático, mandando al diablo 3 años de contar cuidadosamente cada bala y…


Mientras John volaba hacia el suelo en caída libre expulsado desde el tubo de transporte a 400 mt. de la superficie de Aurora, y con el estruendo de su cuerpo rompiendo la velocidad del sonido aún retumbando en sus oídos, no podía imaginarse que los próximos segundos serían los más importantes de su vida.


-la vida se te escapa entre los dedos pequeño John, ¿qué vas a hacer ahora?


Los intentos de la inteligencia artificial de su traje por estabilizar la caída habían convertido los avisos de los censores externos en gritos de locos delirantes que transmitían información aleatoria directamente a los neuroreceptores de la corteza cerebral. El caos se convertía en estática y esta a su vez permitía a la parte más primitiva del cerebro unir los puntos de información en percepciones que hacían llorar a John para hacerlo estallar en una carcajada unos segundos después.


Cuando la concentración de oxígeno llegó a niveles aceptables, el casco presurizado se abrió revelando el paisaje invertido de Aurora acercándose rápidamente, en su indicador el conteo para la apertura del paracaídas llegó a 30 segundos justo cuando por el extremos de su campo de visión, aparecían los miembros de las fuerzas AGF en sus cromados trajes de vuelo. La alarma se disparó en los oídos de John alertándolo de que era blanco de al menos 4 micro misiles, la decisión apareció clara en su pantalla:

¿Abortar misión y empezar protocolos de evasión?

Los pliegues de la realidad se extendieron de nuevo, John era tan solo un recuerdo en la mente de quienes lo habían conocido, su conciencia flotaba perdida entre el espacio de la conciencia colectiva y se disolvía entre los pensamientos de los demás, pero la decisión ya estaba tomada.

Aislados. (Parte I)

Soy un usuario asiduo del Sistema de Transporte Masivo (MIO) en Cali - Colombia, y este rol lo desempeño a diario de dos a tres veces en promedio. Esta situación me permite analizar muchos aspectos que ocurren durante el traslado de un punto a otro, puesto que casi todos los viajes que emprendo en el MIO tardan cerca de una hora, larga, extenuante e incómoda hora.

El MIO (antes de empezar el tema central de esta entrada es necesario recrear un poco las dinámicas del MIO). Hace cerca de 3 años fue puesto en pleno funcionamiento el Sistema de Transporte Masivo en Cali, esto significó la retirada de muchas de las rutas tradicionales de buses que se desplazaban por la ciudad, igualmente, también significó que muchas personas tendrían que usar por obligación el MIO porque era la única opción de transporte. Entre esas personas estoy yo.

Un viaje en MIO puede ser tan maravilloso como catastrófico. Generalmente depende de la ruta que tomes, del días que uses el transporte y de la hora en la que lo abordes. Sin embargo, la mayoría de los traslados suelen decantar en lo catastrófico. Empezando por el hacinamiento que sufrimos los usuarios casi en cualquier hora del día, las largas filas que hay que hacer para abordar el transporte, las largas frecuencias de un bus a otro, en fin se pueden sumar y sumar factores.

Aún así el viaje se presta para pasar el tiempo de diversas formas, por lo menos yo lo suelo pasar leyendo el libro de turno. No obstante, hay ocasiones en que el agotamiento, o la finalización de la lectura que estoy haciendo me llevan a fijarme en los pequeños detalles del viaje. Aquí empieza el tema al que voy.

A pesar de que soy consciente de la recurrencia del tema sobre la alienación que han generado las nuevas tecnologías como el BlackBerry, no puedo quedarme ajeno a esta situación, ni a manifestarme sobre las características de esta tendencia en ambientes como los que se presentan en un viaje del MIO.

Lo primero que uno ve de entrada al ingresar a un bus del Sistema de Transporte Masivo es la siguiente escena: Un gran grupo de personas (de variada edad, del cual un alto porcentaje son jóvenes ubicados entre los 17 y 25 años -media universitaria-) con unas orejitas (como diría mi mamá, haciendo alusión a los audífonos) en sus oídos (primer síntoma de alienación) ensimismados en los ritmos musicales de su gusto. Con esto hay que aclarar que toda esta población no cuenta con un BB, ni siquiera yo cuento con uno de estos aparatos.

Cuándo veo esto me llega un recuerdo: tengo entendido (siempre que uno abre una frase que da cuenta de un conocimiento con un tengo entendido, es por que surgió de una conversación de una noche de cervezas). Volvamos, tengo entendido que el BB nació inicialmente para suplir una necesidad del sector empresarial, en su afán de mantener contacto, control y vigilancia sobre todos sus ámbitos de interés (comercio, economía, y afines).

Ahora bien, el BB logró popularizarse tanto que abandonó las fronteras de este sector y permeó otros nichos de mercado. En Cali es muy común ver a alguien chateando por su BB a cualquier hora, en cualquier lugar y haciendo cualquier cosa, a pesar de que no tengo uno creo que ese es su fin, ¿no?

Hasta ahí no va tan mal la cosa. O por lo menos en lo que a mi concierne. Pero dado que veo que me estoy extendiendo me tocará dejar el resto para la siguiente entrega.


miércoles, 19 de octubre de 2011

FÍSICA DEL ABURRIMIENTO


No soy un tipo muy versado en las dinámicas sociales que involucran música, alcohol y baile; especialmente el baile. Así que cuando me encuentro en un sitio penumbroso, donde el volumen de la música y las luces no me dejan leer o conversar, tiendo a hacerme en un rincón para morbosear a las viejas como un depravado y , debo admitirlo, ver como bailan los manes, a ver si alguna vez aprendo.

Fue en una de estas noches, una especialmente aburrida, que empecé a teorizar acerca de la relación de los cuerpos que se acercaban y alejaban con ritmo los unos a los otros y he aquí mis “conclusiones”.

La tensión sexual.

Los cuerpos ejercen entre ellos una fuerza parecida a la atracción gravitatoria, esta fuerza anima sus movimientos incrementando su energía en una relación que suele ser directamente proporcional. A esta fuerza se le conoce comúnmente como tensión sexual y la denominaré de ahora en adelante (para efectos de sonar más serio) TS(69)= :)

Después de intentar con poco éxito por un par de horas seguirle el ritmo a mis compañeros de tertulia, finalmente me rindo y empiezo a buscar un lugar donde sentarme y tomarme mi cerveza, que ahora está caliente

Así, los cuerpos con más tensión sexual [TS(69)= :)] incrementarán su excitación, moviéndose al ritmo de la música e intercambiando sonrisas y roses cómplices, mientras los que poseen menos atracción o en el peor de los casos una tensión sexual negativa [-TS(96)= :( ] se irán relegando a las regiones más apartadas del espacio donde se resignan a ser participes ausentes.

Es un poco patético, lo admito, pero en este rincón la música no suena tan duro y la silla tiene cojín, además hay una nena que me está mirando…

Es en estas regiones oscuras y solitarias donde se presenta un fenómeno bastante particular; los cuerpos con tensión sexual negativa [-TS(96) ] o inferior al promedio empiezan a gravitar en sincronía, manifestada usualmente a través de conversaciones despectivas respecto a los cuerpos más cercanos a la pista, a la moda o a cualquier otra manifestación cultural a la que sean ajenos, llegando incluso por momentos a iniciar movimientos propios entre ellos, justificados por comentarios como “te advierto que no sé bailar muy bien”. Es en esos momentos cuando los cuerpos con tensión sexual negativa [-TS(96)] o inferior al promedio están más cerca de adquirir tensión sexual positiva [TS(69)= :)] en una anormalidad facilitada en gran medida por influencia de factores externos alcohol, drogas aburrimiento o baja autoestima.

A estas alturas ya siento la barriga caliente y la garganta ardiendo, estoy un poco mareado y la nena ya no está tan gorda ni es tan enana.

Curiosamente, en estas zonas de relego, una vez excitados, los cuerpos que hasta hace poco carecían por completo de cualquier tipo de fuerza de atracción, incrementan exponencialmente sus movimientos y su tensión sexual [TS(69)= :) ], lo que, en una ecuación casi tan vieja como la del huevo y la gallina (y tal vez con la misma respuesta), los convierte en pequeños núcleos alrededor de los cuales gravitan los otros cuerpos de la región, quienes gracias a la energía transmitida entran a su vez en excitación en un show de gente fea moviéndose sin inhibiciones que me obliga a alejarme de la que es hasta ese momento mi zona de estudios (o unirme al grotesco espectáculo).

Así que me encuentro en un rincón de un antro, escuchando música que odiaba hace 15 años cuando estuvo de moda la primera vez y que ahora todos aman, tratando de moverme porque “no sé bailar muy bien” frente a una mujer algo regordeta y 30 cm más pequeña que yo a quien con cada salto se le sale un poco más la teta derecha, (lo cual espero de frutos antes de la próxima canción, porque la verdad “El General” me tiene mamao), cuando en un acto de atrevimiento impensable si no fuera por los elevados niveles de alcohol que inundan mi sangre, deslizo hacia abajo la mano que hasta hace un momento reposaba en la parte trasera de la cintura mi pareja.

En algunas situaciones, se presentan eventos semejantes a la implosión de las estrellas al convertirse en agujeros negros, eventos que suelen verse disimulados por las altas interferencias sonoras y visuales de los lugares de rumba, no siendo así cuando en el silencioso par de segundos de entre 2 canciones, una enana regordeta con una teta al aire, le da una cachetada a un gordo de casi 2 metros que le acaba de apretar una nalga.

lunes, 17 de octubre de 2011

Forma de lucha anticuada



Desde la década del 60, posteriorlas protestas de mayo del 68, en casi todo el mundo, se instauró un mecanismode protesta desde las universidades, en este caso estaba inspirado en elmalestar que provocaban los dos sistemas político-económicos hegemónicos (Capitalismo vs. Comunismo). Si bien en cada uno de los escenarios en los que se presentaronlas distintas protestas estudiantiles estaban motivadas por circunstancias quepodrían definirse como diferentes, se enmarcaron en el rechazo a las realidadesimpuestas por las dos grandes superpotencias (USA – URSS).

En este sentido, al interior delas universidades se creó una dinámica de manifiesto rechazo, la cual se traducía en diferentes formas de lucha, algunas dentro del margen académico,otras muy cercanas a las luchas armadas a las que invitaban los movimientos deizquierda. Se podría decir ver como un sancocho ideológico que hervía en medio de un gran número de jóvenes inconformes con su presente y con el futuro que veían venir.

Colombia no estuvo ajeno a esta situación mundial, aunque los movimientos estudiantiles colombianos no alcanzan a ser comparables en su profundidad y en la transformación que consiguieron de las dinámicas sociales de las que se manifestaban, si acogieron el mismo sentido de rebeldía e irreverencia frente a lo que el país les servía en bandeja: un estado corrupto, una política polarizada, el nacimiento de movimientos alzados en armas que propugnaban una revolución política y social,etc.

De esta manera nacieron los movimientos estudiantiles, que hoy en día nos representan y se toman nuestra palabra, para reivindicar aquello, que según ellos, nos atropella o nos coarta un futuro mejor. Igualmente, así nacieron los grupos que ocultos en una capucha pretenden desestabilizar el orden cotidiano y manifestarse por medio demecanismos algo más agresivos.

En general se han conocido como“capuchos”, “estudiantes” (en la actualidad no todos lo son) que bajo cualquier indumentaria que logre ocultar su rostro llegan a las universidades cargados de explosivos (las famosas papas bombas), piedras, palos, bombas molotov y cuanto artefacto encuentren para causar disturbios. Esto con la “extensiva” intensión de manifestar de una manera violenta las inconformidades de las comunidades universitarias.

Si bien en los 60`s, cuando nacieron este tipo de formas de lucha, se vio como produjeron una movilización ciudadana, en París, Praga, Berkeley y otras ciudades, sumando el apoyo de distintos sectores, es evidente como actualmente estos movimientos estudiantes,y sobre todos los colombianos no logran ni siquiera a acercarse a las pretensiones de sus pioneros.

Casi semanalmente, nos vemos inmersos en una protesta de unos cuantos que salen a las porterías más concurridas de las universidades o a las manifestaciones pacíficas que se piensan al interior de las universidades. Armados de consignas sin sentido y reivindicaciones que poco incluyen a la mayoría de estudiantes pretenden iniciar un cambio de esas realidades que tanto nos preocupa a los estudiantes. Con esto no sólo consiguen desacreditar al resto de la comunidad universitaria,sino que ponen en tela de juicio esa capacidad que tenemos los estudiantes de pensar de manera crítica lo que ocurre en el país.

Actualmente estamos en medio de una coyuntura que afecta en gran medida el futuro de las universidades públicas. La reforma de la ley 30 de la educación pone en vilo el carácter público de la educación, y a pesar de que se ha realizado una labor crítica de esta reforma en el seno de las universidades (de forma más seria en unas que en otras) nos encontramos que los “capuchos” entorpecen las manifestaciones que muy seriamente se piensan algunos grupos universitarios.

Creo que es hora de que nos manifestemos (los jóvenes universitarios) en contra de estas anticuadas formasde luchas, es el momento en que nos paremos frente a ellos y le digamos de una vez por todas que no nos representan, y que esa protesta recurrente que solo conlleva a disturbios y al pánico social, en definitiva no contribuye en absolutamente nada a cambiar aquellas dinámicas que nos afectan. Pensemos, critiquemos, manifestémonos, reivindiquemos aquellos que nos aqueja, pero hagámoslo desde un marco que incluya a la comunidad universitaria y que además sea capaz de incluir al resto de la sociedad. Poco consigue una forma de lucha aislada, casi enmarcada en el solipsismo, que anula al resto social.