Al mundo de Yeison le faltaba algo. Él sabía qué era, pues todos se lo decían cada día, pero nunca lo había entendido. Palabras como: rojo, verde, brillante y opaco, no significaban nada para él, porque Yeison era ciego de nacimiento y su vida estaba formada con sonidos, texturas, sabores, olores y temperaturas.
Conocía muy bien el barrio donde vivía y podía ubicarse a la perfección si se concentraba en escuchar el murmullo del río, que corría a pocas cuadras de su casa. Además reconocía todos los postes y muros a la redonda sintiendo con los dedos algunas marcas en ellos y sabía que no debía seguir avanzando si olía los aromas que emanaba la frutería de don Orlando, pues se alejaría mucho de su zona.
Creció en una enorme casa familiar, rodeado de personas que lo cuidaban y compadecían: su abuela le preparaba pescado fresco que conseguían sus tíos, sus amigos lo llevaban a rapear free style con ellos todas las semanas y su hermano mayor lo llevaba a pasear por la ciudad siempre que se iba a trabajar en taxi. Además siempre lo acompañaba Copo, un oloroso perro que había estado a su lado desde que era un cachorro, hace 5 años.
Pero la vida de Yeison cambió de manera radical la mañana que se despertó en un sitio extraño: Estaba algo mareado y tenía un fuerte dolor de cabeza, olía igual que la enfermería del colegio pero mucho más fuerte, escuchaba voces a la distancia pero no reconoció ninguna y cuando intentó tocarse algo extraño que sentía en la cara, se dio cuenta que tenía las manos amarradas a los costados.
Escuchó pasos acercarse y una puerta abrirse, "son tres personas" calculó, pero cuando hablaron no estuvo tan seguro ya que utilizaban un lenguaje raro, ligeramente conocido, pero lleno de palabras extrañas y con un ritmo muy distinto al normal. Los seres intercambiaron comentarios que no entendió y se fueron.
Entonces todo se volvió confuso, era difícil distinguir entre los sueños y la realidad, había días en que le dolía mucho la cabeza y otros donde el dolor era solo un recuerdo borroso. Pero lo más extraño fueron las sensaciones nuevas que estaba experimentando: Había una secuencia de formas y colores que se movían, emitían sonidos y emanaban aromas. Los ojos le dolieron e intentó frotárselos, pero algo gigante apareció ante él. Supo que eran sus manos.
Tuvo que detenerse a pensar qué sucedía, porque nada parecía tener sentido.
“Estoy viendo” dijo emocionado, “estoy viendo” sus ojos se acostumbraban a la luz de la habitación y observó todo a su alrededor. Pero no reconoció nada: Todas las imágenes a su alrededor se movían, giraban y lo mareaban, algunas producían sonidos familiares, pero todo parecía demasiado grotesco y extraño. Extenuado se durmió profundamente y tuvo pesadillas con seres que lo movían y manipulaban a su antojo.
Los días pasaron caóticos pero provechosos. El abuelo de Yeison le había narrado mitos y leyendas de su comunidad que él había memorizado, y en muchas de estas los personajes vencían o escapaban de los seres sobrenaturales acudiendo a su ingenio e inteligencia. Y decidió hacer lo mismo.
Todos los días observaba y comenzó a reconocer patrones:
Antes que el sol comenzara a calentar, todo era oscuridad (como antes de recuperar la visión), pero el entorno comenzaba a ganar color, lo contrario sucedía de noche, cuando sonaba el interruptor en la pared, todo perdía color y quedaba de nuevo en tinieblas. Anonadado, supo lo que era la luz. Descubrir los colores y tratar de identificarlos fue un reto mayor.
Cuando escuchaba pasos acercase, unas figuras aparecían y se movían por la habitación, el sonido de las pisadas provenía de estas grotescas figuras. Ellos deberían ser sus captores. Cuando hablaban se movía algo en su parte superior y entendió que eran sus bocas.
Los días pasaron caóticos pero provechosos. El abuelo de Yeison le había narrado mitos y leyendas de su comunidad que él había memorizado, y en muchas de estas los personajes vencían o escapaban de los seres sobrenaturales acudiendo a su ingenio e inteligencia. Y decidió hacer lo mismo.
Todos los días observaba y comenzó a reconocer patrones:
Antes que el sol comenzara a calentar, todo era oscuridad (como antes de recuperar la visión), pero el entorno comenzaba a ganar color, lo contrario sucedía de noche, cuando sonaba el interruptor en la pared, todo perdía color y quedaba de nuevo en tinieblas. Anonadado, supo lo que era la luz. Descubrir los colores y tratar de identificarlos fue un reto mayor.
Cuando escuchaba pasos acercase, unas figuras aparecían y se movían por la habitación, el sonido de las pisadas provenía de estas grotescas figuras. Ellos deberían ser sus captores. Cuando hablaban se movía algo en su parte superior y entendió que eran sus bocas.
También comenzó a reconocer su cuerpo, movió brazos y piernas hasta entender cual era cual, y deseó poder ver su rostro y saber cómo era él. Inmediatamente comprendió algo que lo paralizó de terror: Los seres que lo tenían prisionero eran iguales a él, no eran monstruos ni extraterrestres, eran personas!