Reglas

1. Las entradas deben ingresarse terminadas, hasta las 12:00 de la noche del miércoles de cada semana.

2. A partir de la fecha de publicación, los miembros del blog deben comentar en cada entrada, con impresiones, consejos y correcciones (de ser necesarias) hasta el viernes de la semana de publicación.

3. El autor de la entrada debe hacer los ajustes que sean pertinentes antes del siguiente miércoles, fecha en la que debe publicar su nueva entrada.

miércoles, 29 de octubre de 2014

Yeison y los argonautas

Al mundo de Yeison le faltaba algo. Él sabía qué era, pues todos se lo decían cada día, pero nunca lo había entendido. Palabras como: rojo, verde, brillante y opaco, no significaban nada para él, porque Yeison era ciego de nacimiento y su vida estaba formada con sonidos, texturas, sabores, olores y temperaturas.

Conocía muy bien el barrio donde vivía y podía ubicarse a la perfección si se concentraba en escuchar el murmullo del río, que corría a pocas cuadras de su casa. Además reconocía todos los postes y muros a la redonda sintiendo con los dedos algunas marcas en ellos y sabía que no debía seguir avanzando si olía los aromas que emanaba la frutería de don Orlando, pues se alejaría mucho de su zona.

Creció en una enorme casa familiar, rodeado de personas que lo cuidaban y compadecían: su abuela le preparaba pescado fresco que conseguían sus tíos, sus amigos lo llevaban a rapear free style con ellos todas las semanas y su hermano mayor lo llevaba a pasear por la ciudad siempre que se iba a trabajar en taxi. Además siempre lo acompañaba Copo, un oloroso perro que había estado a su lado desde que era un cachorro, hace 5 años.

Pero la vida de Yeison cambió de manera radical la mañana que se despertó en un sitio extraño: Estaba algo mareado y tenía un fuerte dolor de cabeza, olía igual que la enfermería del colegio pero mucho más fuerte,  escuchaba voces a la distancia pero no reconoció ninguna y cuando intentó tocarse algo extraño que sentía en la cara, se dio cuenta que tenía las manos amarradas a los costados.
  
Escuchó pasos acercarse y una puerta abrirse, "son tres personas" calculó, pero cuando hablaron no estuvo tan seguro ya que utilizaban un lenguaje raro, ligeramente conocido, pero lleno de palabras extrañas y con un ritmo muy distinto al normal. Los seres intercambiaron comentarios que no entendió y se fueron.

Entonces todo se volvió confuso, era difícil distinguir entre los sueños y la realidad, había días en que le dolía mucho la cabeza y otros donde el dolor era solo un recuerdo borroso. Pero lo más extraño fueron las sensaciones nuevas que estaba experimentando: Había una secuencia de formas y colores que se movían, emitían sonidos y emanaban aromas. Los ojos le dolieron e intentó frotárselos, pero algo gigante apareció ante él. Supo que eran sus manos.

Tuvo que detenerse a pensar qué sucedía, porque nada parecía tener sentido.

“Estoy viendo” dijo emocionado, “estoy viendo” sus ojos se acostumbraban a la luz de la habitación y observó todo a su alrededor. Pero no reconoció nada: Todas las imágenes a su alrededor se movían, giraban y lo mareaban, algunas producían sonidos familiares, pero todo parecía demasiado grotesco y extraño. Extenuado se durmió profundamente y tuvo pesadillas con seres que lo movían y manipulaban a su antojo.


Los días pasaron caóticos pero provechosos. El abuelo de Yeison le había narrado mitos y leyendas de su comunidad que él había memorizado, y en muchas de estas los personajes vencían o escapaban de los seres sobrenaturales acudiendo a su ingenio e inteligencia. Y decidió hacer lo mismo.

Todos los días observaba y comenzó a reconocer patrones:

Antes que el sol comenzara a calentar, todo era oscuridad (como antes de recuperar la visión), pero el entorno comenzaba a ganar color, lo contrario sucedía de noche, cuando sonaba el interruptor en la pared, todo perdía color y quedaba de nuevo en tinieblas. Anonadado, supo lo que era la luz. Descubrir los colores y tratar de identificarlos fue un reto mayor.


Cuando escuchaba pasos acercase, unas figuras aparecían y se movían por la habitación, el sonido de las pisadas provenía de estas grotescas figuras. Ellos deberían ser sus captores. Cuando hablaban se movía algo en su parte superior y entendió que eran sus bocas.

También comenzó a reconocer su cuerpo, movió brazos y piernas hasta entender cual era cual, y deseó poder ver su rostro y saber cómo era él. Inmediatamente comprendió algo que lo paralizó de terror: Los seres que lo tenían prisionero eran iguales a él, no eran monstruos ni extraterrestres, eran personas!


El gran final parte 2


Charista Tsug caminó entre la multitud que se empujaba para estar más cerca de los corredores del el quinceavo torneo de lanzas del conde, los olores a comida, espíritus de mala calidad y aguamiel, eran tan fuertes que casi opacaban el aroma de las 500 almas que sudaban, orinaban y defecaban sin pudor, cuando y donde su cuerpo se los pidiera.

El sol brillaba con fuerza esa mañana del 5 mes de nuestro señor y la humedad que siempre acompañaba este viejo condado cerca al mar hacía que Charista sudara sin descanso bajo el estrecho corsé de huesos de ballena, que había mandado a traer de mejor sastre de Lion, antes que la inminencia de la guerra rompiera el comercio con las tierras francesas. La gigantesca falda hacía que solo moverse requiriera un esfuerzo casi tan monumental, tan fuerte como el de no vomitar con crecientes montones de excremento que encontraba a lado y lado del camino.

El torneo iba en su tercer día y las reservas de licor parecían no haber disminuido, los nobles, que al comienzo se mantenían a distancia, eran ahora parte de la multitud que se revolcaba en el fango, fornicando y bebiendo, sin importar parentesco, clase o apariencia. Charista se sonrojó al recordar como encontró a la joven doncella de la casa de Rightor con la cara enterrada en la entrepierna de un gigantesco eslavo que parecía más un oso que un humano y como su corazón dio un brinco cuando la doncella le extendió la mano para que se uniera a ellos, en medio de un charlo de orín, vomito y vino.

Abrirse paso entre la multitud era cada vez más difícil a medida que Charista se acercaba a la zona donde los caballeros se preparaban para los encuentros de la tarde, y los hombres, cada vez más desinhibidos se volvían peligrosos para su honra, ya había sentido manos de todos los tamaños buscar alguna apertura en su crinolina, a veces incluso dejando de lado la sutileza para jalarla o tratar de romperla.

Charista apretó el puñal que sostenía bajo el velo cuando un hombre bajo y gordo, con restos de comida en toda su barba le cerró el paso y le mostró el miembro erecto ante la risa cómplice de un grupo de compinches que la rodeaban, discreta pero inevitablemente. Una gota de sudor corrió por su frente, pero esta vez no era por el calor o por la humedad, sino porque sabía que no sería solo él quien se forzaría en ella, sin que nadie lo impidiera. Debía actuar rápido, con una respuesta que no dejara lugar a que se defendería hasta la muerte.

El llamado del pregonero a los nobles a tomar sus puestos en los asientos del palco, distrajo a la pequeña turba el momento suficiente para que con un rápido movimiento el largo puñal entrara por la parte inferior de la cabeza y atravesara su cara, hasta salir por una cuenca, haciendo volar el ojo, que quedó colgando del hombre que aún erecto no acertó a entender que para él era el fin.

Los otros no entendían lo que sucedía al principio, tal vez por el licor o porque ninguno pensó que una mujer tan pequeña pudiera moverse con tal rapidez, un momento después, uno a uno empezó a retroceder con expresiones de horror y asombro.

Charista sacó el puñal tan rápidamente como lo había introducido y dio un paso atrás para dejar caer el cuerpo que amenazaba con venirse encima suyo, se inclinó y limpió su hoja en la sucia camisa blanca, solo para notar los grabados de oro en el sucio cuello, y el monograma justo sobre corazón. Todo se acababa de complicar.

Kay Ji acercó su mano al oído y gritó, aunque no fuera necesario -¡Charista todo se ha ido a la mierda, el salón VIP se está despresurizando y Dalarconne se dirige a los atracaderos!-

-No me importa lo que tengas que hacer en esa maldita simulación  ¡Necesito los códigos del dron caballero, ya-

Primera parte-Capítulo 3. La hoja seca en la cabeza del mapache.



El sol se oculta nuevamente en ese horizonte lejano y me pregunto si mañana lo volveremos a ver, solo me resta esperar el resultado de mis acciones aunque no me arrepienta de nada, porque como Rokugani sé, que la vida de un hombre no es nada en comparación con la vida de todos los habitantes del imperio. Pude ver el fuego en los ojos de Hikari y kai el día en que los conocí, el fuego de aquellos hombres y mujeres que han dado la vida por Rokugan, para que la mañana se levante al final del conflicto. Y ese fuego no se apagó aun después de aquel encuentro con la muerte, aun lo podía ver en sus ojos cuando me contaron lo que les sucedió en aquel valle.

Lo cierto es que al llegar de nuevo a la ciudad y ver la poca importancia que le dieron las autoridades al asunto, Hikari y Kai no pudieron evitar sentir nuevamente que algo estaba mal, era un sentimiento que los sobrecogía y sentían que no era nuevo. Fue algo difícil de evitar pero las reglas son las reglas y un samurái debe confiar en aquello que el orden celestial dicta, así que simplemente atendieron sus heridas en el templo más cercano y se dispusieron a descansar en sus habitaciones, pues las pruebas del torneo estaban próximas.
   
Un poco entrada la noche fueron llamados a una de las habitaciones privadas de la casa de té, donde se entrevistaron con un magistrado que les pidió relatar de nuevo aquellos sucesos extraños en los que participaron. Después de tomar nota atentamente de cada detalle, el magistrado partió para iniciar una investigación de los hechos. Finalmente el sueño empezó a vencerlos en un día de aventuras, asares,  visiones de horror y muerte. Todos se retiraron a sus habitaciones y el cuerpo gano la batalla sobre la mente preocupada, arrojándolos al mundo de los sueños donde los azares del día se visten con otras formas y colores en el olvido del sueño profundo.

Al día siguiente los representantes de clan fueron convocados a la primera prueba, siendo recogidos en el alojamiento como la vez anterior por los delegados del torneo, quienes los llevaron al lugar del evento. Se organizó la prueba en los terrenos de un antiguo dojo a las afueras del castillo, asignándoles turnos a los participantes por sorteo. Dos por Clan dieron muestra de sus habilidades con el arco, mediante proezas de concentración y destreza al golpear tres blancos con distintas dificultades y mecánicas. Finalmente el arquero Mantis de la familia Tsurushi se impuso sobre los demás competidores, aunque casi fue derrotado sorpresivamente por Hikari.

Los grupos regresaron a sus lugares de descanso, al llegar a la casa de té Kai observo a dos sujetos enmascarados en una de las salas privadas, personajes que entraron luego a las habitaciones de los Fénix. Taiga hizo salir de la habitación a Hikari y sus otros compañeros para conversar a solas con los enmascarados, después de un rato salieron y se perdieron de vista. Taiga también recogió algunas cosas y salió de la casa de Té. Por su parte Hikari ya estaba casi al límite, esta vez se propuso no perder de vista a Taiga, así que lo siguió con ayuda de Kai.

Durante algunas calles lo tuvieron a la vista, pero en algún momento al pasar por el gentío del mercado lo perdieron. Buscaron en la zona donde lo perdieron, y después de un rato lograron por un golpe de suerte verle entrar en una casa un poco escondida entre una calle muy angosta, lugar al que llegaron con mucho cuidado. Al llegar a la puerta se anunciaron sin recibir ninguna respuesta, Kai abrió la puerta y juntos pudieron contemplar el interior vacío de la casa, en donde no se veía una sola alma ni rastros de haber sido habitado por alguien en un par de años.               

miércoles, 22 de octubre de 2014

El experimento de Yeison

Este cuento es un experimento para Mary, el fragmento de un proyecto en el que vamos a trabajar durante el siguiente anho. Está basado en un debate filosófico entre racionalistas y empíricos y en un caso que sucedió hace un par de siglos.

Es un borrador, hecho para botarse a la basura y volver a escribir, sin embargo, como siempre, agradezco sus opiniones.

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Al mundo de Yeison le faltaba algo. Él sabía qué era, pues todos se lo decían cada día, pero nunca lo había entendido. Palabras como: rojo, verde, brillante y opaco, no significaban nada para él, porque Yeison era ciego de nacimiento y su vida estaba formada con sonidos, texturas, sabores, olores y temperaturas.

Conocía muy bien el barrio donde vivía y podía ubicarse a la perfección si se concentraba en escuchar el murmullo del río, que corría a pocas cuadras de su casa. Además reconocía todos los postes y muros a la redonda sintiendo con los dedos algunas marcas en ellos y sabía que no debía seguir avanzando si olía los aromas que emanaba la frutería de don Orlando, pues se alejaría mucho de su zona.

Creció en una enorme casa familiar, rodeado de personas que lo cuidaban y compadecían: su abuela le preparaba comidas variadas, sus tíos le leían libros de aventuras y su hermano mayor lo llevaba a pasear por la ciudad siempre que se iba a trabajar en taxi. Además siempre lo acompañaba Copo, un oloroso perro que había estado a su lado desde que era un cachorro, hace 5 años.

Pero la vida de Yeison cambió de manera radical la mañana que se despertó en un sitio extraño: Estaba algo mareado y tenía un fuerte dolor de cabeza, olía igual que la enfermería del colegio pero mucho más fuerte,  escuchaba voces a la distancia pero no reconoció ninguna y cuando intentó tocarse algo extraño que sentía en la cara, se dio cuenta que tenía las manos amarradas a los costados.
  
Escuchó pasos acercarse y una puerta abrirse, "son tres personas" calculó, pero cuando hablaron no estuvo tan seguro utilizaban un lenguaje raro, ligeramente conocido, pero lleno de palabras extrañas y con un ritmo muy distinto al normal. Los seres intercambiaron comentarios que no entendió y se fueron.

Entonces todo se volvió confuso, era difícil distinguir entre los sueños y la realidad, había días en que le dolía mucho la cabeza y otros donde el dolor era solo un recuerdo borroso. Pero lo más extraño fueron las sensaciones nuevas que estaba experimentando: Había una secuencia de formas y colores que se movían, emitían sonidos y emanaban aromas. Los ojos le dolieron e intentó frotárselos, pero algo gigante apareció ante él. Supo que eran sus manos.

Tuvo que detenerse a pensar qué sucedía, porque nada parecía tener sentido.


“Estoy viendo” dijo emocionado, “estoy viendo” sus ojos se acostumbraban a la luz de la habitación y observó todo a su alrededor. Pero no reconoció nada.

El gran final, parte 1


Los sonidos son repetitivos y alargados, la melodía se distorsiona con notas bajas introducidas en medio de un compás, pretendiendo simular los errores de reproducción de los equipos de audio de la vieja época, la cadencia es repetitiva y es seguida por el ritmo de las luces y estimuladores neuronales de transmisión pública. Las personas se mueven siguiendo los impulsos eléctricos que reciben directamente en su sistema nervioso, mientras la velocidad de giro del asteroide cambia, para hacer variar la gravedad percibida por quienes no están desconectados por completo de los estímulos sensoriales de sus cuerpos.

Para Kay Ji cada paso es un punto de quiebre, se mueve entre la multitud con una calma tensa, mientras la inteligencia artificial que la acompaña escoge con cuidado cada estímulo que recibe su cuerpo, analizando, al mismo tiempo, transmisiones hechas en los canales públicos de datos y las frecuencias sonoras, lumínicas e incluso táctiles del asteroide que desde hace un par de giros es el club más popular del Sistema Solar Interior.

-La gravedad cambia una vez más-, el IA informa  con vos  monótona a Kay,  -esta vez se ha reducido de un 1.3g a un 0.3, y el análisis de las capacidades del reactor del asteroide indica que el próximo cambio tendrá que ser en 5 minutos, aumentando a 1.5, para mantener la fatiga de materiales al mínimo- la mujer introduce la mano en al bolsillo interior de su chaqueta y siente la empuñadura de su arma de proyectiles, que se activa al contacto con el usuario autorizado y envía mensajes a través de los implantes oculares: tipo de munición deseada, tipo de resultado esperado, materiales del entorno y advertencias de las leyes aplicadas en el sitio. Kay aleja los pensamientos de balas volando en una asteroide que flota en el espacio, de su cabeza, mientras la conexión con su arma se interrumpe al alejar su mano del mango.

El grupo de robots humanoides encargados del primer anillo de seguridad de Miriam Dalarconne es visible desde la entrada a la sección VIP, que es iluminada por grandes ventanales a través de los cuales se pueden ver las tormentas eléctricas de Venus, que abarcan distancias equivalentes a contenientes enteros de la Vieja Tierra, y que mantienen la atmósfera en movimiento constante. Estos paneles en realidad no son transparentes sino que proyectan imágenes en tamaño real de Venus, captadas por cámaras desde el casco exterior de esta sección creando un ambiente surrealista, donde los brillos rojos impregnan todo el ambiente y a todas las personas, que ahora conversan en todos los idiomas conocidos y algunos extintos.

Kay Ji se abre paso entre un grupo de Dispares que habitan cuerpos alterados al punto de no parecer humanos, cada uno cuenta con un número impar de extremidades, que salen de partes aparentemente aleatorias y algunos de ellos incluso han modificado la posición de sus cabezas, para que estén sujetas a un largo cuello que surge de la parte inferior del cuerpo, semejando una cola primate.

Los campos electromagnéticos que usan los Dispares para mantener el intercambio de datos y personalidades, dejan a Kay Ji un momento a merced de los estímulos sensoriales de la habitación, lo que la hace detener su marcha en medio del grupo y asombrarse por la sincronía perfecta de la música que suena en todas las frecuencias del espectro con el ritmo de las tormentas venusinas y las mareas de tonos rojizos que envuelven a todos los usuarios del VIP. Kay ji reacciona, al sentir los centros de placer de su cerebro estimularse por primera vez en 3 años, con pequeños orgasmos que se sincronizan a este palpitar constante de personas, luces, sonidos y máquinas. Kay Ji recuerda las semanas enteras que pasó conectada a un estimulador neuronal sintiendo que Pak Hamza aún estaba con ella.  Por un momento que parece una eternidad desea permaneces allí, paralizada en medio de ese vacío que es al mismo tiempo un todo, en el que los Dispares son familia.

martes, 21 de octubre de 2014

parte 3 - Capítulo 2. Aquello que devora los muros de piedra.



Hikari era una de las personas que para nada lo disfruto, su visión práctica de la vida y poco interés por las artes la hacía aburrirse casi hasta la muerte, su poca etiqueta le evitaba quedarse dormida, pero no podía evitar su cara displicente frente a todas estas cosas que a su manera no entendía. Ella estaba cansada y algo aburrida, sentía que este viaje no era lo que por un momento llego a imaginar y desear, la aventura de su vida no tocaba aun a su puerta y sinceramente estaba harta del protocolo.

Regresaron al alojamiento un poco antes de mediodía, organizaron sus cosas e iniciaron el viaje al antiguo campo de batalla. Al llegar a la puerta los guardias después de saludar les recomendaron no llegar muy entrada la noche, pues aunque los territorios estaban bien custodiados existían animales salvajes vagando por el linde de los bosques. Así que advertidos iniciaron la caminata abandonando después de un rato el sendero, lo que los llevó a encontrar un terreno un poco desigual que les costó bastante dificultad sortear. En algún momento de la tarde pararon a descansar bajo la sombra de un árbol, sintiendo la brisa que los refrescaba mientras contemplaban el paisaje que se abría a sus pies.

Las llanuras de la batalla se extendían a lo largo de un gran valle cubierto de altos pastos y algunas flores, a medida que se acercaban llegaron a una enorme piedra conmemorativa que marcaba el inicio del campo de batalla, donde por siglos el Clan Grulla y el Clan León habían combatido por el dominio de territorios, honores civiles, afrentas y demás desacuerdos entre las partes. Gruesas sogas adornadas con shides ya curtidos por el sol y la lluvia ceñían la piedra, que estaba rodeada de tablillas de madera con los nombres de aquellos que nunca abandonaron con vida el lugar.

Los samuráis descendieron por un lado de la pendiente mientras eran presa del recelo por la solemnidad del lugar, Kai paso a paso se adentró en el campo mientras observaba la vastedad de la llanura que se abría delante de él, tal vez fue su imaginación o la excitación del momento, pero sintió que a lo lejos le llegaba sonidos de batalla que poco a poco se sentían más y más cercanos. Tan concentrado estaba Kai en toda esta experiencia perceptiva y espiritual que no notó cuando la niebla los cubrió completamente, cosa que para él y sus acompañantes fue demasiado repentino.

Un fenómeno tan extraño en esta época del año era algo que no podía tomarse a la ligera, lo tres trataron de volver por dónde llegaron pero un olor pútrido los asaltó de repente, sombras los rodearon y pudieron notar con la poca visibilidad que tenían que algo se alzaba de la tierra a su alrededor. Rápidamente echaron manos a sus armas y asumieron posición defensiva contra a aquello que los envolvía de forma amenazante en la pesada niebla. De repente, Hikari se vio frente a ojos rojos en cuencas vacías que la miraban fijamente, criaturas malditas que no podían hallar su descanso se alzaban delante de ellos.

Muertos vivientes se lanzaron contra los samuráis tratando de herirlos con armas rotas y melladas, a lo que los samuráis respondieron con golpes certeros y brutales, Hikari hundió su lanza en el vientre de uno de ellos y lo aparto hacia un lado, mientras trataba de mantener la compostura frente a las imágenes de putrefacción y oscuridad que la enfrentaban, a su lado,  Kai con rápidos golpes de su Katana despacho un par de estas al igual que Yuki. La destreza de los samuráis no tenía igual, pero los números estaban en su contra, ya que por cada muerto viviente que caía dos se levantaban cerrando poco a poco el cerco sobre ellos.

Kai rápidamente calculo sus posibilidades y cargo hacia lo que les cerraban el paso, de forma que abrió una brecha para que sus compañeros pudieran correr de regreso a la enorme piedra que era lo único que a duras penas se percibía entre la bruma. Las criaturas los siguieron muy de cerca, hasta que dos de ellas volaron por los aires cuando casi los alcanzaban, Hikari que en ese momento tenían la mirada puesta en la retaguardia para no ser sorprendidos en la huida, observó los cuerpos desaparecer violentamente. Al volver la mirada al frente no pudo evitar sentir un escalofrió recorrer su cuerpo, al ver los enormes ojos rojos como soles de otoño mirándolos desde lo alto.

Un rugido desde las sombras alejó a los muertos vivientes que se acercaban y estos no avanzaron más, pero ahora frente a ellos se cernía una amenaza mayor. Akodo Kai levantó su espada y apuntó a la enorme criatura mientras gritaba:

- Atrás sucia criatura, sentirás todo el poder del Clan León.

La criatura de un tamaño aproximado de cuatro hombres se acurrucó para observarlos, descansó sus cuatro brazos sobre sus piernas (dos en cada una) y acercó su rostro para ver mejor, a su vez los samuráis pudieron ver mejor a la enorme criatura. Con indiferencia la criatura dio la espalda regresando hasta la gran piedra y dijo: 
  
- Lárguense de aquí pequeños samuráis, no deberían meter las narices donde no les conviene.
Kai cargo contra la criatura pero lo único que logro fue ser apresado por uno de los brazos, la enorme criatura lo miro fijamente un rato y rió:

- No creí ver nunca más a uno de tu sangre, vete de aquí enano antes que olvide el juramento que hice a tu antepasado.

Una vez en el suelo Hikari tomo del brazo a Kai jalándolo en dirección a Yuki, empezaron a correr y lograron ver un sitio donde la neblina cada vez se disipaba más, Kai que estaba profundamente impresionado por la experiencia miró una última vez el lugar que dejaban, creyendo ver por un momento la forma y el brillo familiar de algo clavado en el costado de la criatura. Ahora lo recordaba, era la wakisashi de su abuelo. Al darse cuanta Kai trato de volver pero la neblina se había ido de la misma forma en que llego, ahora se encontraban en medio del campo de batalla a pleno sol de la tarde, cansados, confundidos y cubiertos de heridas.          

miércoles, 15 de octubre de 2014

Gris Oscuro

Capítulo 1

Jose no podía sentirse mejor: Sus nudillos palpitaban con fuerza, el viento entraba refrescante por la visera levantada del casco, el motor de la moto rugía con fuerza entre sus piernas y una mujer se agarraba temblando a su espalda. La adrenalina lo tenía drogado.

Zigzagueó más de lo necesario por varias manzanas mientras disminuía su excitación, hasta que dejó a la mujer en un punto seguro, a 100 metros de donde la había recogido hace 15 minutos.

La moto de los sicarios estaba acordonada por la policía, pero no había rastro de los dos cuerpos magullados que había dejado tirados. Ella corrió hasta el túmulo de gente sin voltear a mirar ni agradecer que su vida continuara. Jose se sentía muy bien para pensar en eso.

Aún saboreaba lo ocurrido un poco más temprano, llevaba casi dos meses sin golpear a nadie, por eso decidió no usar su boken y hacer todo el trabajo con las manos: Al primero le estrelló la cara contra un poste, le acertó tres puñetazos en las costillas y lo empujó contra el otro asesino para bloquear posibles disparos, al segundo le quebró un dedo al arrebatarle la pistola de la mano. El hombre con la cara ensangrentada cargó contra él con un cuchillo, pero al intentar estocar, una llave lo hizo volar mientras su hombro hacía un ruido extraño. El hombre del dedo fracturado le conectó varios golpes en la espalda, molestos, pero indoloros gracias a su armadura ligera.

A Jose lo protegía la cabeza un casco que él y Mario diseñaron, parecido a uno de motociclista. A su atacante nada lo defendía de los guantes de silicona reforzada que se encontraban una y otra vez contra su rostro.

Una vez desarmados era momento de seguir con el procedimiento habitual: neutralizar los objetivos y asegurarse que no fueran una amenaza durante algunas temporadas. A sus compañeros de equipo siempre les molestó que disfrutara tanto esa última parte.

La mujer que Mario le había pedido proteger estuvo paralizada los 10 segundos que duró el enfrentamiento y solo salió de su ensimismamiento cuando la montó en la moto y arrancó sin rumbo.
Cuando la dejó, se alejó del callejón, recogió su maleta en el centro de la ciudad (vacío a esas horas de la noche) y condujo a la finca en las afueras de la ciudad donde se refugiaría los siguientes días.

El día anterior, él, David y Manuel estaban analizando los planos para hacer una incursión en una iglesia cristiana, habían recogido la información que confirmaba que patrocinaba a un grupo narcopolítico nuevo en la ciudad y pensaban robar las arcas y sabotear los ordenadores para retrasar la compra de un puesto en las siguientes selecciones para la asamblea comunal.  Pero Mario había llegado con un trabajo al comenzar la noche, necesitaba protección para su nueva novia.

- Astur quiere mandarle un mensaje al jefe de ella, van a hacerle un atentado mañana – explicó.

- ¿Es a muerte o solo van a asustarla? – los ojos de David estaban irritados por analizar fotos de la parte exterior del templo y calcular medidas.

Mario negó con la cabeza y se encogió de hombros, se impulsó con los brazos y pasó de la silla de ruedas a un taburete en la mesa con los planos y las fotos – esto puede esperar – dijo apartando los documentos.

-¿Sabes cuándo? – preguntó Jose.

- Después del foro de candidatos a la asamblea, mañana en la noche.

- yo no puedo – intervino Manuel – voy a elegir tres nuevos reclutas del gimnasio que he estado entrenando.

- Vamos a ir Jose, David y yo como asistentes, ya tengo las entradas, la ponencia del jefe de Carolina es la penúltima, una vez termine ustedes van a salir. Jose será atacante y David rastreador.

- ¿Tendremos que hacer el reconocimiento in situ? – se preocupó David, Mario asintió.

Al día siguiente, las cosas casi salieron como se planearon: Llegaron temprano al foro para estudiar el terreno exterior e interior, Jose llevaba armadura ligera bajo ropas holgadas y dejó su moto en el callejón por donde supuso que saldrían los participantes y atacarían los sicarios, David llevaba ropa reforzada y plantó tres cámaras en los alrededores del auditorio. Mario estuvo todo el tiempo en primera fila, hablando ocasionalmente con Carolina hasta comenzar el foro.

El jefe de ella se veía muy indispuesto, su piel lucía verde y un velo de sudor cubría su rostro, además parecía no enfocar la mirada en ningún punto en particular. Sus intervenciones durante las ponencias de sus oponentes fueron cortas y confusas, hasta que decidió abandonar el edificio dejando a su fórmula a cargo. Cuando Carolina lo reemplazó, todo dio otro rumbo.

Jose la había visto pero nunca había hablado con ella, no le parecía particularmente bonita, pero era simétrica, con el cabello cuidado y los dientes ordenados. Cuando la escuchó rebatir los puntos que los otros participantes exponían, cambió de parecer: Sus ojos marrones se robaban el fuego que los demás demostraban por momentos, su figura pequeña y frágil tomaba un aspecto de fuerza compactada a punto de estallar, la piel (de color trigueño común) parecía tallada en madera lustrada y su voz hacía que todo a su alrededor se descompusiera y solo ella quedara viva.

El primer inconveniente surgió cuando trataron de vetarla del foro por no ser la persona invitada a participar, cosa que fue solucionada aplazando su ponencia para el final. El segundo se dio al comenzarla, porque todos sus contrincantes y la parte del público que les era fiel, decidió marcharse y dejar el auditorio casi abandonado. De las 300 personas que había, José contó veinte que se quedaron, incluidos ellos.


David les informó de una moto con dos hombres en el callejón donde Jose dejó la suya. Le pareció risible que se lo dejaran tan fácil.

3 minutos y un hueco en la barriga



No he visto ningún túnel iluminado, ni a mi abuela extendiéndome su mano y sonriéndome con todos sus dientes, ni un jardín lleno de gente en batas blancas ni una reja dorada, ni bebés rechonchos revoloteando por el cielo con diminutas alitas blancas, ni supermodelos en toga con largas espadas de fuego, no he visto a un gigante de barba blanca que me saludaba por mi nombre, no he descubierto que nunca había visto en colores, ni que nunca había sido tan feliz, no siento la luz que no da pie a las sombra que cuentan las historias.

Y cómo me hubiera gustado haberlos visto, ¡realmente extraño a mi abuela! Pero mi muerte es mucho menos poética, mucho menos romántica, mucho más…pendeja. Todo empieza cuando te metes por el callejón equivocado a la hora equivocada y todo termina cuando aparece una rata y crees que las 5000 horas de videojuegos y 677 trofeos que tenés en tu cuenta de Play te dan algún tipo de poder, además de unas hemorroides antinaturalesy un nivel de colesterol que compite con los niveles de radiación que emiten los pedos de Hulk.

Así que el final heroico que siempre imaginaste tener en tu vida se convierte en una escena más bien cantinflesca de tu cuerpo, tirado boca arriba sobre lo que estás seguro es un bollo humano, con un condón usado muy cerca de tu cara y tus manos sosteniendo el mango del puñal que tienes metido entre las tripas. Todo esto acompañado de una moderada agonía que se siente como tratar de mantener 3 burritos en el estómago para no cagarte frente a tu novia en el cine. afortunadamente todo termina unos segundos después y te olvidas de todos y de todo.

Ojalá.

La verdad es que esos 3 minutos que se demora tu abdomen en llenarse de tu propia mierda y tu sangre en salir con esas ganas que tiene la sangre de untar todo lo que tiene a su alrededor, son los más largos de tu vida, y bueno, ya que son los últimos, no es algo tan malo.

Mis tres minutos han sido bastante aceptables, no diré que repetiría la experiencia, pero no fueron peores que una visita al dentista o un mal viaje por ácidos comprados en la tienda de una estación de gasolina. Y viendo el lado positivo, los pensamientos y recuerdos son especialmente vívidos, imagino que por la pérdida de oxigeno que hace que el cerebro entre en pánico.

Así que ¿qué hace uno con sus últimos 3 minutos de vida?


Pude imaginar con absoluta precisión una larguísima escena de sexo tipo película indie, con un par de nenas a quienes nunca fui capaz de decirles lo que quería hacerles, y que por ser mejores amigas, nunca pude imaginar separadas, tuve  tiempo de sentir el agua tibia de la piscina del colegio e imaginarme bañándome completamente desnudo con mi maestra de 5to, que tenía el pelo largo y rizado y un par de tetas que nunca cupieron por completo en su blusa. Tuve el tiempo para protagonizar un ánime en full HD, en el que salvo al mundo con poderes que dejarían a Gokú llorando lágrimas de Sayan fase 5, mientras yo rodeado de chicas tipo hentai, me como a su mujer. Tuve el tiempo para hacer todo eso… pero solo se me ocurrió dictarle una entrada nueva entrada del blog a mí teléfono.

Teniendo en cuenta que acabo de ver que la rata que me apuñaló está volviendo, probablemente a recuperar la reliquia familiar que me dejó guardada en el ombligo y que seguramente su teléfono no tiene 4G, ni cámara frontal panorámica para mejores selfies, debí haber gastado mejor mi tiempo.

martes, 14 de octubre de 2014

parte 2-Capítulo 2. Aquello que devora los muros de piedra.

Luego de unas cuantas horas habían recorrido la ciudad y los alrededores del castillo, caminaron por bazares, mercados, casa de té, talleres de artesanos y dojos. Encontraron jardines llenos de color, decorados con gran maestría y dedicación, también fuentes antiguas llenas de detalles, terrazas sostenidas por columnas talladas con hermosas formas referentes al Clan Grulla. Al final del trayecto, desde una de las partes más altas del castillo a las que tenían acceso, Kai pudo observar a lo lejos, el campo de batalla donde perdió la vida su antiguo y enigmático ancestro. La curiosidad pincho a Kai, y así como el veneno del escorpión se extiende rápidamente, el deseo de poner sus pies en el mismo glorioso campo que su antepasado se apodero de él.
   
El día llegaba a su fin, y como era usual, los últimos rayos del sol desaparecieron en el horizonte mientras los murmullos de la noche tomaron posesión del lugar. Kai le compartió su deseo a Hikari y quedaron de ir a conocer el sitio de la batalla al día siguiente, Yuki obviamente se sumó a la expedición y juntos regresaron al lugar de hospedaje. Al llegar  cada uno se dirigió a sus respectivos cuartos, Akodo Kai no encontró a sus acompañantes, que probablemente estarían tomando sake en algún otro lado. En el caso de Hikari, la silueta que proyectaba la luz en la habitación de Isawa Taiga le confirmo su regreso. Preocupada y viendo obstaculizada su misión de protegerlo, trato de dialogar con el:
    
-Taiga dono, estaba preocupada. Se supone que estamos aquí no solo como participantes del torneo de jade, sino, como sus escoltas. Ténganos en cuenta la próxima vez que salga, disculpe que sea tan directa.
   
- No me es necesaria tu preocupación Shiba Hikari, tengo asuntos privados que atender y solo le debo explicaciones a mis superiores.

Taiga siguió escribiendo como si nada, mientras Hikari se alejaba tratando de controlarse frente al rudo comportamiento de su superior. Finalmente tendría que encontrar una forma de soportar el mal carácter de Taiga y cumplir con su deber, algo se le tendría que ocurrir, pero por ahora ya que se sentía muy cansada. A pesar de haber recorrido durante todo el día la ciudad con los otros representantes de clan, ella realmente se la paso buscando a Taiga en cada rincón recorrido, buscaba en las esquinas, en los establecimientos abiertos al público, en las casa de té a las que entraron, pero no pudo encontrarlo sino hasta llegar donde se alojaban. Lo único que le provocaba en ese momento era algo de comer y dormir profundamente, cosa que hizo sin preocuparse más.

A la mañana siguiente después de asearse y comer algo, los representantes de Clan fueron recogidos por encargados de la organización del torneo. Venían vestidos con kimonos de seda verde y sus insignias en la espalda, al llegar hicieron llamar a los representantes de Clan por medio de los sirvientes del hospedaje, los reunieron en el vestíbulo y partieron cuando el grupo estuvo completo. Recorriendo algunas calles llegaron a un alto y hermoso muro de piedra, que los guiaba a una entrada amplia custodiada por dos grandes estatuas de zorros talladas en el mismo material del que se componía el muro, algo digno de contemplar mientras hacían su camino al interior del lugar.


Los representantes fueron conducidos por un deslumbrante jardín de arena y piedra, cuyos extraños patrones llamaban la atención por ser muy elaborados. Luego pasaron a través de un pasillo y finalmente entraron a una habitación de grandes dimensiones, adornada previamente para el evento con muchos cojines, arreglos florales y pequeñas mesas nacaradas alrededor. Al llegar fueron acomodados en sus respectivos lugares al interior del gran salón y se les atendió con diligencia mientras se finalizaban los preparativos para el evento. Suculentos platos preparados con varios tipos de carne, pescado y verduras fueron servidos, el sake tenía un delicioso sabor templado, la música y danza llenaban el lugar. Esto fue lo que los samuráis pudieron disfrutar como antesala a la ceremonia, detalles que unos apreciaron más que otros como era de esperarse.             

sábado, 11 de octubre de 2014

petitio principii

Qué pena llegar a publicarles, cuando tanto les he mentido, tanto les he fallado...

Sólo para decir que, aunque no pude adaptarme al ruido, el ejercicio de EoP me ha dado coraje, si no disciplina.

La primera semilla de un nuevo proyecto, de esos que hago y abandono tan a menudo. Luego veremos si toma vuelo...bajo o alto, dudo que importe.

http://discursosdragones.wordpress.com/2014/10/12/petitio-principii/

Y claro, la publicidad gratuita. Hay que ser una piedra para desperdiciar eso.

Saludos.

miércoles, 8 de octubre de 2014

fortuitum stercus tauri


Hace unos años estaba enganchado a un programa que se llama Bullshit. Un espacio presentado por dos magos de Las Vegas especialistas en crear ilusiones y después explicar cómo lo hacían, en el programa ellos presentaban cada semana argumentos en contra de una creencia específica que ellos consideraban, era mierda (de ahí el título).

No vale la pena profundizar en quiénes son o por qué tenían méritos para estar ahí, después de todo, me parece, cualquiera tiene derecho a ser escéptico y la verdad es igual de cierta viniendo de un mendigo o de un presidente. Basta con decir que entre los muchos temas que Penn Y Teller decidieron calificar como “mierda” se encontraban los televangelistas, las prácticas esotéricas, la medicina alternativa y otros, mucho más polémicos, (o menos polémicos, según como se entienda) como el reciclaje y grupos como Green Peace.

Toda esta introducción va a que a mí me gustaba el programa, lo veía con regularidad e incluso bajé un par de temporadas con mi no muy buena conexión a internet de la época, hasta que un día, casi al final de un programa cuyo tema central habían sido los derechos de los animales y la organización PETA, el anfitrión, Penn Jillette; un tipo ya famoso por ser actor de reparto en varias películas y el invitado ocasional en Shows dirigidos a personas de mentalidad liberal, dijo: I would kill all of the chimpanzees in the world with my bear hands if it would save the life of one homeless junkie dying of AIDS" (yo mataría a todos los chimpancés del mundo con mis propias manos si eso salvara la vida de un mendigo drogadicto que está muriendo de sida).

Esa afirmación me golpeó en el instante que la escuché. Hasta ese día podía decir, sin duda, que me consideraba un humanista y eso nunca había entrado en conflicto con mi amor por los animales. Pero el dilema que planteaba Jillette en su comentario editorial, me hacía dudar. Lo primero que pensé es que tal vez fuera un argumento trampa, pero no, ciertamente en este mundo hay gente que cree que la vida de un gamín con sida es más valiosa que la de todos los chimpancés juntos, tal vez Jillette no exageraba y él fuera uno de ellos.

Entonces si esta gente existe y yo claramente no soy uno de ellos, ¿me hago al otro lado, Con los fanáticos que queman campamentos de leñadores y ponen trampas a los cazadores para que se rompan las piernas? ¿me uno a los imbéciles que, como la dueña de PETA, prefieren que miles de personas mueran de cáncer a que se hagan investigaciones sobre drogas que pueden curar esta y otras enfermedades, en animales?

Como siempre y como casi en todo, el punto donde estoy no es fijo, sino más bien como una balsa que flota en las aguas de la opinión (oh, la poesía): claramente las ballenas azules, los delfines, los pandas y los elefantes me parecen más importantes que el tipo que huele a mierda (no es una expresión, literalmente huele a mierda) y me pide monedas cuando voy a la panadería cerca de mi trabajo, pero del mismo modo (y en sentido contrario) creo que no toda la vida animal es necesariamente sagrada, por ejemplo no espero (ni quiero) que dejen a las suculentas vacas en un refugio para nunca más ser sacrificadas, ni que le otorguen condición de refugiados a los deliciosos marranos, Así que me bamboleo entre ecoterrorista, fascista, animalista y carnívoro.

Sé que entrar en el campo de la discusión desencadenaría un interminable intercambio de argumentos y esa no es mi intención, la verdad no pretendo imponer mi punto de vista, aunque sí me gustaría saber qué opinan quienes lean este artículo al respecto. En mi caso, el comentario de Jillette me hizo caer en cuenta de que yo no creo que la vida de nadie valga más que la de toda una especie, es más, la vida de algunas personas no vale ni siquiera lo que vale la vida de un animal en particular, y aunque ese punto suena polémico, yo no sacrificaría ni a uno de mis perros por salvar a un gamín drogadicto que muere de sida.